Hubo un tiempo (o cabría decir mejor una manera de entender el cine) en el que los personajes de las películas estaban cortados en una sola pieza. El bueno era muy bueno, muy íntegro, incorruptible y heroico. Y siempre salía victorioso. Y el malo era, pues eso, muy malo, sanguinario, sin resquicio de humanidad. Y siempre acababa derrotado, en lo que se ha llamado desde siempre "final compensatorio", ya que según la moral occidental (a la que se alude cuando interesa) el que comete un crimen o una falta debe ser castigado para servir como ejemplo a las generaciones venideras.
Gracias a Dios, este maniqueísmo parece por momentos superado en el mundo del cine, o más concretamente en determinado tipo de cine. El western fue un género tremendamente absorbido por los clichés en su origen, pero por fortuna ha sabido reinventarse a sí mismo Eastwood, Peckinpah o Leone mediante. Y la película de la que voy a hablar, El Tren de las 3:10 (3:10 to Yuma, 2007), es sin duda un western, pero felizmente encuadrado en ese ramillete de títulos en los que el guionista no se deja tentar por la previsibilidad y los sobados finales que todos conocemos.
La película narra básicamente el transporte de un forajido, Ben Wade (Russell Crowe), hacia el tren de las 3:10 que lo conducirá a la prisión federal de Yuma, tras ser detenido por asaltar una diligencia. Su escolta es variopinta, desde un empleado del ferrocarril hasta un médico, aunque destaca la presencia del granjero Dan Evans, interpretado por Christian Bale, embarcado en la misión por la promesa de recompensa que le permitirá acabar con sus deudas y sacar su rancho y su familia adelante. Como es de esperar, el trayecto hacia el tren no será fácil, ya que el grupo está perseguido por la banda de Wade, liderada por Charlie Prince (Ben Foster), dispuesta a rescatar a su jefe. Eso sin contar con la presencia del propio Wade, un forajido de leyenda (otro Josey Wales, Eastwood siempre presente) que es capaz de disparar su revólver (la Mano de Dios) a la velocidad a la que recita proverbios bíblicos o realiza inocentes dibujos de animales o personas. Eso sí que es un villano que mola.
Lo más destacado del film es sin duda la actuación del dúo protagonista. Por un lado un Christian Bale post-Caballero Oscuro, aunque no deja de ser curiosa la similitud de su personaje con el mismísimo Batman, ya que ambos están atormentados porque su entorno (los ciudadanos de Gotham para Batman, la mujer y el hijo mayor para Evans) los ve como algo que no está a la altura de las circunstancias. Evans es un ex-soldado con una pierna amputada, obligado a vivir en el campo por la enfermedad de su hijo menor, y que no puede evitar que el terrateniente de turno le extorsione para que venda sus tierras al futuro ferrocarril. Volviendo al parecido con Batman, tiene gracia además que en un momento de la peli Wade haga referencia al "lado oscuro" de Evans. Los frikis del mundo no podemos evitar esbozar una sonrisa abyecta en ese momento. Y por otro lado tenemos al auténtico rey del show, Russell Crowe, que demuestra ser uno de los mejores actores de su generación. Crowe compone un villano lleno de aristas, capaz de las mayores atrocidades pero también dotado de un extraño sentido ético que le permite ser misericorde en algunos momentos. ¿No son esos los villanos más creíbles y emocionantes?. El duelo entre los dos actores está presente a lo largo de todo el metraje, ya sea a través de las miradas (la película contiene numerosos primerísimos planos) o de las conversaciones que mantienen, y se culmina en la secuencia final del film, en la que queda demostrado que no hay héroes que siempre consigan ganar y que hay villanos capaces de salir por donde menos te lo esperas.
En cuanto a la dirección, corre a cargo de James Mangold, un realizador neoyorquino cuyos trabajos anteriores más destacados fueron Inocencia Interrumpida (1999), con Oscar para Angelina Jolie, la tramposa pero interesante Identity (2003) y el biopic sobre Johnny Cash En la cuerda floja (2005), otra vez con estatuillas doradas para Joaquin Phoenix y Reese Whiterspoon. Mangold consigue lo mejor que se le podía pedir, es decir, que su realización pase prácticamente desapercibida. Su mayor éxito está en esos primerísimos planos y en la construcción de un montaje cuyo ritmo y tensión van subiendo hasta culminar en el magnífico final.
Confieso que no he visto la película homónima original (1957) que este film revisita, dirigida por Delmer Daves y protagonizada por Glenn Ford y Van Heflin en los roles de Crowe y Bale, respectivamente. Pero no tengo ninguna duda de que está a la altura de las circunstancias, ya que se trata de un más que digno representante de su género, una auténtica rara avis en nuestros lares (la peli se estrenó en nuestro país un año después de su estreno en USA, demostrando una vez más que el western es un tipo de cine de escasa aceptación en España). Sostenido por actuaciones memorables y por un guión lleno de giros y de situaciones límite, El Tren de las 3:10 es una visita obligada para los amantes del cine con hechuras clásicas. Del Cine con mayúsculas.
FICHA TÉCNICA
Título Original: 3:10 to Yuma País: EE.UU. Año: 2007 Dirección: James Mangold Guión: Halsted Welles, Michael Brandt, Derek Haas, a partir de una historia corta de Elmore Leonard Fotografía (Color): Phedon Papamichael Montaje: Michael McCusker Diseño de producción: Andrew Menzies Música: Marco Beltrami Duración: 122 minutos Intérpretes: Russell Crowe (Ben Wade), Christian Bale (Dan Evans), Logan Lerman (William Evans), Ben Foster (Charlie Prince), Peter Fonda (Byron McElroy), Dallas Roberts (Grayson Butterfield)
GALARDONES
- 2 nominaciones al Oscar (2008): Mejor Banda Sonora, Mejor Montaje de Sonido
No hay comentarios:
Publicar un comentario