Una de las cualidades más reconocibles y valiosas del cine es su capacidad de reflejar la realidad de su tiempo, a través de una aproximación que si bien puede producirse con una variada gama de géneros, ha encontrado en el llamado "drama social" su vehículo de expresión más directo y contundente. En España tenemos muy buenos ejemplos de esta tendencia (Fernando León de Aranoa, por ejemplo), por mucho que todavía haya quien se empeñe en menospreciar esta concepción del cine y pretender convertirla en el único modelo existente cuando la realidad dice que el cine español vive un momento de innegable expansión hacia otros géneros menos transitados pero en los que se han alcanzado cotas de calidad muy respetables.
Dicho esto, la extremadamente compleja situación económica que vive nuestro país (y todo el mundo occidental) venía demandando un acercamiento por parte del cine, muchas veces la mejor vía de reconocimiento e identificación con la realidad. En EE.UU. ya se han encargado de intentar explicar los orígenes de la crisis financiera con documentales como Inside Job (Charles Ferguson, 2010) o ficciones "basadas en hechos reales" como Margin Call (J.C. Chandor, 2011), pero faltaba trasladar la angustia de la situación a un plano individual, cotidiano y palpable.
Es en esta línea donde se enmarca Cinco metros cuadrados (2011), la gran triunfadora del último Festival de Málaga y la segunda película importante del director Max Lemcke tras Casual Day (2007). En ambas, el director coloca a sus personajes a ras de suelo, debatiéndose entre sus problemas cotidianos y tratando de resolverlos en un entorno surrealista y hostil. En el caso de Cinco metros cuadrados, la película narra el descenso a los infiernos de una pareja (Fernando Tejero y Malena Alterio) después de que una serie de circunstancias les impidan acceder a la vivienda en la que habían depositado sus sueños de futuro. Ese es precisamente el gran drama del film, comprobar cómo la vida se puede ir desmoronando poco a poco como un castillo de naipes por una situación que no entiendes y que además carece de sentido. Una situación que, desgraciadamente, han sufrido cientos de personas en sus propias carnes en los últimos años.
Escrita a cuatro manos por los hermanos Daniel y Pablo Remón, la película se sostiene gracias un guión muy acertado que introduce las dosis exactas de comedia dentro del tono dramático general, pero especialmente gracias a las interpretaciones de los protagonistas (seguramente reconocidas en los próximos Goya). Fernando Tejero lleva todo el peso de la función, bordando un papel muy alejado de lo que nos tiene acostumbrados y transmitiendo a la perfección el deterioro tanto físico como psicológico de un personaje que llega al límite. Malena Alterio, aún con menos protagonismo, vuelve a trazar esa imagen de chica corriente, perdedora, mientras que Emilio Gutiérrez-Caba y Manuel Morón clavan toda la inquina propia de unos personajes (constructor y concejal) que no tienen escrúpulos en disfrutar de una vida llena de lujos mientras aquellos a los que han engañado pelean hasta la última gota de su sangre por encontrar algo de dignidad a sus vidas.
La dignidad es precisamente un motivo principal en el film, la última tabla de salvación de unos personajes que lo han perdido todo (dinero, familia, amor, trabajo). La última victoria de Álex (Tejero), tan pírrica como inútil, es el único rayo de luz en una historia que avanza hacia la oscuridad. Si bien el principio de la película puede hacer creer que estamos en una especie de revisión de los clásicos de Berlanga o Ferreri (El verdugo, El pisito), con toques de humor surrealista y situaciones kafkianas, lo cierto es que conforme avanza el metraje desaparecen las sonrisas y todo se torna oscuro, desesperanzador, conduciendo hacia un final tan cruel como inevitable.
Si aquellas magistrales películas de Berlanga y Azcona eran reflejo de los esfuerzos de la gente normal por abrirse camino en la España del principio del aperturismo en época franquista, Cinco metros cuadrados puede convertirse con el tiempo en la avanzadilla de un cine que trate de los estragos causados por la avaricia, la indignidad y la usura que han provocado la situación en la que hoy nos movemos, y en la que el cine (como siempre) siempre tendrá mucho que decir.
FICHA TÉCNICA
Título Original: Cinco metros cuadrados País: España Año: 2011 Dirección: Max Lemcke Guión: Daniel Remón, Pablo Remón Fotografía (Color): José David Montero Montaje: Laurent Dufreche, Ascen Marchena Dirección artística: Javier Fernández Música: Fernando Velázquez Duración: 91
minutos Intérpretes: Fernando Tejero (Álex), Malena Alterio (Virginia), Emilio Gutiérrez-Caba (Montañés), Manuel Morón (Arganda), Jorge Bosch (Carlos), Secun de la Rosa (Nacho)
GALARDONES
- Festival de Málaga (2011): Mejor Película, Mejor Actor (Fernando Tejero), Mejor Actor Secundario, Mejor Guión, Premio de la crítica
Es la única película de Málaga que me apunté, por temática y por director. Puede que no sea una obra maestra pero es un film necesario. De lo mejor del año en cine español.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo Emilio. Casual Day me gustó bastante, y por eso tenía interés en ver esta peli. Las primeras informaciones sobre ella (sobretodo viendo el reparto) me hicieron pensar que iba a ser una especie de comedia de enredo con la burbuja inmobiliaria como fondo, pero nada más lejos de la realidad. Es un drama con algunos toques surrealistas que le dan un punto especial, pero un drama al fin y al cabo. Y como dices, una película necesaria.
ResponderEliminarY gracias por tu comentario. Me he pasado por tu blog de El antepenúltimo mohicano (que pasó con el penúltimo?) y me ha encantado, así que te he puesto en mi lista de blogs. Espero que nos sigamos visitando mutuamente.
Un saludo!!