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18.12.11

El viaje de Chihiro: la materia de los sueños



Dice mucha gente que las películas de dibujos animados son para niños. Pues bien, o soy un niño o mucha gente está equivocada. Hay ocasiones en las que la animación es el único medio para expresar una belleza que resultaría imposible encontrar en el mundo real. Porque en el mundo real, en el planeta Tierra, no existen esos lugares ni esas criaturas que el genio Hayao Miyazaki nos muestra en cada una de sus obras.

Creo que he visto El Viaje de Chihiro (Sen To Chihiro no Kamikakushi, 2001) las veces suficientes como para que cada vez me guste más. Y lo curioso es que es una película que puedes verla varias ocasiones y en cada una puedes disfrutar de algo distinto. Me explico:

Para quienes simplemente deseen deleitarse con las imágenes que puede ofrecer una pantalla, perfecto. El Viaje de Chihiro es un ejemplo perfecto de lo que la animación en dos dimensiones puede ofrecer. Se me ocurren pocos films (y la mayoría de los que se me ocurren también son de Miyazaki) en los que la fuerza y la belleza de las imágenes pueden llegar a estremecer. No son sólo los paisajes y los escenarios, sino también los personajes, las criaturas salidas de la mente del genio que nos transportan a otra dimensión, a otro plano del universo en el que lo real y lo imaginario se funden de una manera que hace que tu cerebro y tus sentidos se encuentren absolutamente embotados, y te des cuenta de que han pasado dos horas y no has pestañeado.


Habrá otros, que superado el impacto inicial de la belleza que destila la película por todos sus poros, disfrutarán de la historia que narra. Una niña, Chihiro, que viaja con sus padres camino de su nueva casa, se ve de repente en un extraño mundo de fantasía en el que sus padres se han convertido en cerdos. Su única esperanza, alimentada por un extraño muchacho, es convencer a Yubaba, la malvada bruja que gobierna ese mundo de que libere a sus padres del hechizo y los devuelva junto a ella a su mundo. Durante el desarrollo del film, Chihiro traba amistad con distintos personajes, con el denominador común de que todos ellos son tan extraños como fascinantes.

Pero el verdadero disfrute de El Viaje de Chihiro, además de todo lo mencionado anteriormente, está en ver el transfondo que se esconde detrás de las imágenes. La película, ante todo, es un canto al amor y al respeto a la Naturaleza. Si en La Princesa Mononoke (otra obra maestra de Miyazaki) los protagonistas eran los bosques, en este caso los protagonistas son los ríos, masacrados por la acción del hombre. Es tremenda la escena en la que le extraen a un supuesto "Dios Pestilente" una cantidad ingente de basura que llevaba incrustada en su cuerpo. El asqueroso Dios Pestilente no era más que un río al que se había arrojado todo aquello que sobra, llenándolo de inmundicia e hiriéndolo de muerte. La alusión a la contaminación es también evidente. El mundo inundado que contempla Chihiro desde su balcón no es más que el mundo inundado que nos espera cuando se derritan los casquetes polares debido al calentamiento global provocado por la emisión de gases tóxicos a la atmósfera. En este mundo globalizado, en el que a todos se nos agrupa en grupos definidos, la individualidad se pierde en favor de la colectividad. El propio nombre está en peligro. Robar el nombre de la gente es la manera que tiene Yubaba de controlar a sus súbditos e impedirles que escapen. A Miyazaki no se le escapa este detalle, como tampoco se le escapa una pequeña crítica al consumismo. Los padres de Chihiro comen indiscriminadamente lo que encuentran, que resulta ser la comida ajena. El resultado: se convierten en cerdos. Y esto es de mi cosecha: igual me estoy volviendo loco, pero diría que el monstruo Sin Cara que devora a los empleados de los baños públicos tiene una forma sospechosamente similar al de una botella de Coca-Cola...

En resumidas cuentas, El Viaje de Chihiro puede verse de formas muy distintas. Pero ya sea para pensar, para discernir el significado de aquello que se esconde tras la bobina de celuloide, o bien para simplemente disfrutar con lo que estamos viendo, se trata de una experiencia única que el maestro de la animación japonesa nos brinda. Un viaje que nos llena de esperanza. Tal vez el mundo no sea un lugar tan terrible, al fin y al cabo. Ojalá nunca olvidemos nuestros nombres.



FICHA TÉCNICA



Título Original: Sen to Chihiro no kamikakushi País: Japón Año: 2001 Dirección: Hayao Miyazaki Guión: Hayao Miyazaki Fotografía: Atsushi Okui Montaje: Takeshi Seyama Dirección artística: Yôji Takeshige Música: Joe Hisaishi Duración: 125 minutos 


GALARDONES
  • 1 Oscar (2003): Mejor film de animación
  • Festival de Berlín (2002): Oso de Oro

2 comentarios:

  1. la vi hace tiempo y no supe que interpretar,¿una crítica a la sociedad? pero me gustó bastante. Me gustaría volver a revisarla
    Miki, salu2.

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  2. Yo creo que se puede interpretar de muchas maneras, especialmente desde el punto de vista ecologista y anti consumista. O simplemente disfrutar de su historia y su belleza visual, sin más. Y sí, hay que revisarla de vez en cuando porque vale la pena.

    Gracias por tu comentario! Un saludo

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